Soy un intento de escritora de ciencia ficción, amante de la tecnología, que aspira a convertirse en ingeniera industrial. Tengo mi propio modus operandi en la vida y por eso me llaman "indie" (o rara, según la persona). Mi género de música favorito es el que da nombre a mi forma de vida. Además, soy una enamorada del espacio. Mis hombres son Isaac Asimov, Iron Man y Sherlock Holmes.
So the cosmonaut—he’s the first man ever to go into space. He goes up in this big spaceship but the inhabitable part of it is very small.
He has this portal window and he sees the curvature of the earth. For the first time. The first man to ever look at the planet he’s from. And he’s lost in that moment. And all of a sudden, this strange ticking is coming out of the dashboard. He rips out the control panel, and he tries to find this sound. To stop this sound. He can’t find it. He can’t stop it. It keeps going.
A few hours into it feels like torture. A few days go by with this sound and he knows that this small sound will break him. He’ll lose his mind.
What’s he going to do? He’s up in space. Alone. In a space closet. He has 25 days left to go with this sound.
Well, the cosmonaut decides that the only way to save his sanity is to fall in love with this sound. So he closes his eyes and he goes into his imagination and then he opens his heart. He opens his eyes. He doesn’t hear ticking anymore. He hears music.
And he spends the remainder of his time sailing through space in total bliss. In peace. - Another Earth.
Por una vez en su vida se siente
realmente feliz. Siente la sensación de ingravidez de la nave
espacial y, por alguna razón, sabe que todo va a ir bien. Esa
sensación de que, pase lo que pase, vas a acabar con una sonrisa en
los labios.
El astronauta está eufórico. Toda su
vida le han dicho que tiene la cabeza en las nubes, que está en la
luna. Y razón no les faltaba. Su mente viajaba más allá de los
límites de la imaginación, por el espacio, atravesando nebulosas
verde turquesa, nubes del espacio, con caprichosas formas, de colores
inimaginables; sobrevolaba las estrellas, viendo cómo de su
superficie salían bocanadas de fuego, como dragones del universo y
caminaba por la superficie de los planetas y sus lunas, lejanos,
distantes... Y después, con los años, el astronauta iegue
teniendo la cabeza perdida, enamorado del espacio... ¿Qué le puede
hacer él? Su pasión son las galaxias y su sueño llegar hasta las
estrellas.
Así que, cuando la nave despega desde
la Tierra, todos los recuerdos de aquellas horas estudiando los
planetas, soñando con ellos le vienen a la mente y se emociona. Sin embargo, se da cuenta
de que los recuerdos, todo lo que ha visto en los libros hasta el
momento, no es nada comparado con el espacio en vivo y en directo,
con la grandeza de la Tierra, nuestro planeta, con sus tonos azules,
ocres, verdes, blancos... Y con la cantidad de estrellas, lunas y
cuerpos celestes del universo.
Y se da cuenta de que todo es mucho,
mucho más grande. Es inimaginable, mágico, tanto, que no le cabe el júbilo en el pecho al verlo. Y
sueña. Eso siempre. Pues alguien que ama las estrellas y vive en el
espacio, alguien que espera que se haga de noche para poder ser
feliz, alguien capaz de apreciar la belleza de lo lejano, ese
alguien, sólo puede ser un soñador.
Quizás fuera el amor a los planetas o quizás mi creciente aversión por este en el que vivía, pero desde donde alcanzo a recordar siempre he soñado con ir al espacio.- Gattaca
Para haber luchado tanto por salir de este planeta, me
está costando mucho dejarlo. Aunque dicen que cada molécula de nuestro
cuerpo perteneció alguna vez a una estrella. Quizá no me esté yendo. Quizá este volviendo a casa. - Gattaca.