Soy un intento de escritora de ciencia ficción, amante de la tecnología, que aspira a convertirse en ingeniera industrial. Tengo mi propio modus operandi en la vida y por eso me llaman "indie" (o rara, según la persona). Mi género de música favorito es el que da nombre a mi forma de vida. Además, soy una enamorada del espacio. Mis hombres son Isaac Asimov, Iron Man y Sherlock Holmes.
Celeste se repetía esta
frase todas las mañana cuando iba al instituto con una sonrisa en la
boca. No es algo que ella intuyese. Lo sabía. Ella era una de ellos.
Una heroína del siglo XXI, del mundo real. Su superpoder: crear
sonrisas. Sus mayores logros: hacer felices a todos los que le
rodeaban. A veces no se necesita más. A veces, eso es lo único que
necesitas para seguir adelante, para que el mundo siga girando, para
que los supervillanos que habitan en tu corazón se vayan y los que
viven fuera sean invisibles para ti.
Celeste lo sabía y
combatía al mal con todas sus fuerzas. Con su traje de superheroína:
vaqueros, jerseys de punto y deportivas, era capaz de enfrentarse
contra cualquier mal que pudiese plantarse en su frente. En cuanto
parecía que algún problema asomaba por la esquina, en cuanto las
alarmas de los supervillanos empezaban a sonar, ella ya sabía que debía contar cualquier chiste, hacer cualquier broma, y si todo
fallaba, unas buenas cosquillas, que eran su mayor poder, nunca
venían mal.
En su cabeza, se
imaginaba que era una especie de guerrera medieval, con espada,
armadura y absolutamente épica. Claro que el resto no veía más que
una dieciseisañera bajita y bastante rebelde que tendía vestir
algún tipo de ropa atemporal. Sin embargo a ella le daba igual. Para
ella valía más regalar una sonrisa a una persona que cualquier otra
cosa.
Era feliz cantando por la
calle, leyendo por placer, comiendo chocolate a cualquier momento sin
importarle el peso, jugando a juegos desconocidos, llevando camisetas
extrañas, escuchando música de los ochenta y teniendo su propia
opinión de todos y cada una de las cosas de las que se podía tener
opinión.
¡Qué le iba a hacer! Se
lo pasaba bien siendo ella misma, con sus locuras y con sus cosas.
Era divertido. Disfrutaba de esa vida. ¿Y quién la detendría? Al
fin y al cabo, ella era una heroína y nadie podía detenerla.
Porque los héroes como
ella existían. Existen. Son aquellos que hacen de este un mundo
mejor. Puede que no tengan superpoderes, ni sean muy llamativos, ni
siquiera salen en las noticias ni los conoce mucha gente. Son
invisibles, son héroes en las sombras. Pero quizás consiguen más
que todos los héroes de Marvel y de DC juntos. O al menos eso decía
Celeste antes de añadir un "YOLO" un tanto bizarro.