Soy un intento de escritora de ciencia ficción, amante de la tecnología, que aspira a convertirse en ingeniera industrial. Tengo mi propio modus operandi en la vida y por eso me llaman "indie" (o rara, según la persona). Mi género de música favorito es el que da nombre a mi forma de vida. Además, soy una enamorada del espacio. Mis hombres son Isaac Asimov, Iron Man y Sherlock Holmes.

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Sólo los valientes podían verlo. Yo, por desgracia, no era uno de ellos. 4.1.12
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<< But just because they can't feel it too, doesn't mean that you have to forget. >>
- The Call. Regina Spektor.

Sigo aquí.

Nunca tuve el valor suficiente para enfrentarme a... nada. Mis padres siempre dijeron de mi que sería el hermano de provecho de la familia, que lucharía en grandes guerras y que dejaría los campos de maíz en cuanto algún gran señor me viera manejar la espada. Razón no les faltaba, pero, , no contaron con que una espada no es lo único que necesita un caballero.

Yo tampoco.


Me di cuenta de que no les llegaba ni a la suela de los zapatos al resto de mis compañeros cuando llegó el momento de pelear contra algo más grande que todo nuestro escuadrón, todo nuestro ejército: la muerte.

En la academia había destacado por mi manejo de la espada, por ser un buen jinete, por saber esconderme, atacar, defender... Tenía buena puntería, también, pero desde luego lo que hacía de mi un gran soldado era, sin dudarlo, la espada. Nos preparaban para una guerra contra un enemigo que no conocíamos y que, si apurabas, no odiábamos en absoluto. Pero ese era nuestro deber. Ahora me río del deber. El deber sólo hace que perdamos a las personas que realmente valen, las que brillan con esa luz que no todos son capaces de mirar fijamente, porque sino se cegarían. Entre mis compañeros había hombres por los que habría perdido todos los dedos de mi mano derecha. Ellos habrían perdido su vida por mí, y de hecho, muchos de ellos dieron su vida por el deber.

Yo, en cambio, sigo aquí.

Es cuando llegan los momentos decisivos, cuando estás en el campo de batalla delante de los del otro bando, mirando sus caras, cuando se ve de verdad quién vale y quien no. La primera batalla en la que peleé fue en aquella tan importante, en la que murieron tantas personas por ver qué rey era más o menos poderoso. Murieron... Yo no. ¡Y era mi primera batalla! Cuando acabó esa guerra, me condecoraron por matar a tres o cuatro críos de mi edad, tan asustados y tan cobardes como yo, pero que no tuvieron tanta suerte. Yo no merecía aquello. No. Eso sólo me ha hecho sentirme peor persona. ¿Y eso porqué? Bien, porque yo, a pesar de ser uno de las mejores de las espadas de la academia me retiré de la batalla cuando sonaron los cuernos. ¿Menuda estupidez, verdad?

Dime, muchacho... ¿Cuántas veces te han contado historias sobre aquella guerra? ¿Diez? ¿Veinte? En todas ganábamos. ¿Me equivoco? No, porque esa es la verdad. Ganamos, pero fue por un grupo de valientes que fueron capaces de ver algo que yo no supe ver. Ellos se jugaron su vida y pelearon, Dios sabe porqué. Esas personas, aquellas que brillaban... Oh, demostraron que hacían más que eso, que eran grandes. Ellos sí que se merecían esa condecoración, no yo. En medio de la batalla, un general dio la orden de retirarse para salvar su maldito culo. Yo corrí para evitar mi propia muerte y miré hacia atrás. Hijo, lo que allí ocurría era como un milagro.

Un grupo de soldados más experimentados que yo seguían allí, enarbolando los estandartes de nuestro país por una idea: la idea de que no merecíamos estar a las órdenes de un rey que deseaba invadir nuestras tierras. A mí, personalmente me daba igual quién mandase. A mi vuelta me encontraría en una casa lujosa, sirviendo a un noble que me iba a pagar con montones de dinero y si te apurabas, me casaría con alguna de sus preciosas hijas. Pero ellos, aun encontrándose es una situación similar a la mía se quedaron para luchar por su país, por lo que podría pasar a la clase menos pudiente. Sé que lo hicieron por eso. Se lo había oído decir mientras cenábamos la noche anterior. Pero yo... yo nunca tuve el valor de enfrentarme a nada. La guerra no era lo mío. Yo era un mono de feria, hecho para exponerme delante del adversario, no para luchar contra él. Ellos, ellos eran los verdaderos héroes.

Yo recibí el premio que les tenían que haber dado a ellos. Ellos se fueron para no volver, pero sé que serán más felices allá donde estén que de lo que lo soy yo ahora. Siempre he pensado que ellos vieron algo hermoso en algún momento de su vida, algo que les hizo creer en las personas, y sé que eso les ocurrió por ser lo suficientemente valientes como para afrontar la verdad y verlo. Algunos incluso murieron con una sonrisa en sus labios por saber que hacían lo correcto. Yo nunca he visto algo así. Y quizá por eso, sigo aquí. Sí... ¿pero a qué precio?






A aquellos que son capaces de ver lo mejor de las personas y a luchar por ellas.
A Puc, porque ella también brilla.








"I'm the master of my fate: I'm the captain of my soul".